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sábado, 18 de febrero de 2017

Transplante Hepático

Transplante hepático

Inicio este blog el 12 de febrero de 2017
Me llamo Nicolás Wahl. Vivo en Villa Ballester, Provincia de Buenos Aires. Son unos 20 km desde el centro de Buenos Aires.
Tengo 70 años.
Tengan en cuenta que lo suiente es un relato que hago de mis impresiones de memoria. Probablemente contenga mucha subjetividad y errores de precisión. Es lo mejor que pude hacer.
Cuando tenía veintipico de años, hice un tratamiento de dessensibilización de alergia. Eran épocas en que no se cuidaba muy estrictamente la esterilidad de las agujas. Mi sospecha es que ahí conseguí mi infección de hepatitis C. De todas maneras, lo único seguro es que de alguna manera, en algún momento, me infecté con la hepatitis C.
Hace más de 10 años, mi clínico decidió investigar por que dos variables referidas al hígado estaban tan fuera de los valores normales. Me mandó a hacer una punción hepática. Se ve que había poca experiencia en la época. Se tuvo que analizar en el Hospital de Clínicas. El resultado confirmó la presencia de la enfermedad hepátitis C.
A partir de ahí, me trató el hepatólogo Dr. Poncino. Creo que le debo mi vida.
La punción dió que el daño por la hepatitis era leve y el recuento de virus tampoco era grave. El hepatologo por supuesto recomendó hacer el tratamiento de cura, por retrovirus.
El porcentaje de éxito en esa época era del 50 %. Yo me negué a hacerlo.
Anualmente repetimos las visitas. A los 4 años, repetimos la punción, y los resultados eran similares.
Desde ahí, hicimos controles semestrales.
En el 2015, me recibe el hepatólogo con una buena nueva: estaba por salir una nueva medicación, con un porcentaje de éxito del 90 %. Eso ya era otra cosa.
Quedamos en hacer los preparativos que serían exigidos para otorgar la nueva medicación.
Iniciamos con una ecografía. Se vieron dos manchas que no debían estar ahí.
Próximo paso fué tomografía axial. Verificó que había dos tumores en el hígado.
Siguió la resonancia magnética. Confirmó la existencia de los tumores.
Para redondear el diagnóstico, me mandaron al Hospital Italiano, a realizar un fibroscan.
El resultado fue una cirrosis de grado avanzado.
El hepatólogo me dijo que los que debían enfocar el tratamiento era un equipo de transplante hepático.
Por suerte, mi obra social tiene convenio con el Hospita Británico.
Así, después de un poco de trámiterío, aparecí en el Británico, con una bolsita llena de resultados de análisis.
El Equipo de Transplante dijo que iban a repetir todos la análisis, porque su gente lo hacía distinto, por su experiencia en ese tipo de análisis. Para facilitar la disponibildad, me internaron 4 días y me hicieron análisis en gran cantidad de servicios.
La decisión fué la aptitud para transplante hepático.
Hasta ese momento, un transplante de hígado me pareció algo tan abstracto como un viaje a la luna.
Un poco más de trámites. Mi Obra Social es la Corporación Médica de San Martin. Merecen una mención especial, por la velocidad con la que autorizaron el transplante ante la presencia de los tumores.
Hay un equipo auxiliar al de Transplante, dedicado a aplicar quimioterapia. Su función es mantener el desarrollo de los tumores al mínimo posible. En mi caso, lo primero que hicieron, fue organizar la primera aplicación. Me llamó la atención la velocidad con la que se organizaron. Creo que en una hora tenían quirófano, cirujanos y todo lo demás. De paso me quedé internado, en espera.
La intervención me resultó muy interesante. Era con el paciente conciente. El quirófano tenía un equipo enorme de rayos X, con movilidad giratoria y desplazamiento en todas las direcciones. Los cirujanos usaron delaqntales protectores de plomo. La única anestesia fue
para el ingreso vía inguinal una arteria que conduce al punto de alimentación del tumor.
Por suerte, ambos tumores se alimentaban en el mismo punto.
Durante las primeras dos horas y media, intentaron avanzar hasta el punto. Usaron todos los catéteres que había en el hospital. La arteria pega un giro sobre sí misma en el camino y no hubo forma de llegar. Fue una gran desilusión.
Luego me dejaron descanzar un par de semanas.
El siguiente intento fué con el mismo eqiupo de cirujía, pero con un cardiocirujano invitado que tiene muchisima experiencia en el uso de catéteres en lugares difíciles. Llegó a acceder al lugar necesario, después de larga lucha. Y aplicaron la quimio. No sentí nada raro al principio. Luego, fué una sensacón cada vez más desagradable. Fui a para a recuperación. Me dieron analgésico y dormí todo el día. Al otro día, me dejaron ir a casa.
En casa me sentía muy mal. Cansado, descompuesto, dolorido. Era un fin de semana y me sentí abandonado a mi suerte. Feo recuerdo.
Recién al mes se hizo la resonancia magnética para ver el resultado de la intervención. A los médicos les agradaron los resultados. Parece que el tumor más chico estaba controlado y el mayor bastante reducido.
Ahí me dieron un par de semanas de descanso.











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